No vive mejor quien más tiene sino quien menos necesita, se acostumbra a decir; principalmente por los que no tienen nada. Está claro que el dicho va ligado al dinero.
En este sentido, Carlos Slim, persona a quien por supuesto no conozco, es un hombre doblemente afortunado: porque es el que más tiene y el que menos necesita, ya que este mexicano saca adelante su vida cotidiana con un sueldo mensual de 300.000 pesos. Teniendo muchísimo más.
Vale. Para que nadie tenga que ir por ‘ahí’ buscando ahora un conversor de moneda, ya he hecho yo los deberes. Esa cantidad que gasta todos los meses el señor Slim (a quien me gustaría conocer), equivale a 24.000 dólares. Y ya que estoy en el viejo continente, diré que sólo son 19.553 euros. Parece que la cifra va bajando… Pues nada, convirtámosla en 3.253.345 de las antiguas pesetas. ¿A que mola? Y si alguien utiliza otra moneda, tendrá que hacer sus propios cálculos, porque yo tengo que dejar las Matemáticas (no en vano soy de Letras) para acabar este artículo, que es domingo y me espera una suculenta paella.
Pero para echarles una mano, les diré que hay una herramienta fantástica para eso (no, no… para la paella no, para convertir moneda), que hasta que el enlace se rompa por la avalancha de visitas con deseos de saber, está estaba en http://www.viajar.com/servicios/conversor y aunque pueda parecerlo, mi apunte no es ni pretende ser publicidad subliminal.
Bueno, a lo que íbamos. ‘Esto es una indecencia’, dirán algun@s… ‘Gana más que un político’, dirán otr@s.
‘Vayamos por partes’, que diría Jack el Destripador (la frase no es mía, pero creo que viene a pelo).
Si consideramos la pensión de una viuda o de un parado (en España, por ejemplo), esa cifra da envidia malsana (a la viuda y al parado, por supuesto).
Si consideramos el sueldo, unido a los trapicheos de muchos políticos, que tod@s sospechamos, pero nadie puede probar… salvo la justicia en ocasiones (así le ha ido a Garzón), la envidia la sentiría… ¿Quién? El señor Slim, por descontado.
En su país, el salario mínimo es de 4.000 pesos – 333 dólares – 271 euros – 45.091 pesetas… (¡Si es que no puedo dejar de echarles una mano! Me comeré la paella fría) ¡Al mes!
¡Jolín, con el señor Slim!
Bueno, pues este señor, el más rico del mundo, más rico aún que Bill Gates, tiene una fortuna valorada en 53.500 millones de dólares (sí, con ‘m’ de muchos, para dejarlo claro; el 6% del Producto Interior Bruto de México) según la famosa lista para 2010 de la revista Forbes, que sigue empeñada en restregarnos por las narices, el mucho dinero que tienen unos pocos… A ver cuando hace una tirada de una edición especial con la lista del poco dinero que tenemos muchos. Sugiero que sea una edición exclusivamente digital, para no castigar más la Cuenca del Amazonas con la tala de árboles para el papel que sería necesario. O a ver cuándo en la tele, en vez de adormecernos un día sí y otro también, con programas en que sólo cuentan las frivolidades, infidelidades y sandeces de los quiero y no puedo y de quienes viven a sus expensas, como Belén Esteban (con lo que gana por programa, esta sale un día en la lista, fijo), nos enseñan uno por uno el día a día y cómo viven esta gente de ensueño que son los ricos, para que nos cuenten sus secretos y podamos al menos llevarlos a la práctica. Creo que hay ricos para mostrarnos uno por cada día del año, pero si se acaban, que vuelvan a empezar… Esto interesa a la audiencia, seguro. Siempre he creído que eso de ser rico tiene truco, aunque aún no lo he descubierto.
Volviendo a nuestro conversor de moneda favorito, el señor Slim cuenta su fortuna en 43.586 millones de euros. Y en pesetas ya ni lo intento, porque eso son muchas pesetas (aunque yo no las haya visto ni en mi vida, ni en mis mejores sueños) y las calculadoras convencionales suelen colgarse cuando metes muchos ceros en las multiplicaciones, pero si lo quieren probar…
Yo ya estoy mareado ante las cifras, así que me voy a hacer un favor: centrarme en lo que el señor Slim se gasta cada mes. Tan sólo 24.000 dólares. 19.553 euros. 3.253.345 pesetas. Ya está. Y ahora viene la pregunta: ¿Por qué gasta tan poco, pudiendo gastar tanto?
¡Ah! Misterios del comportamiento humano, aunque su biógrafo (siempre hay un biógrafo detrás de un hombre tan rico, ¿habrá también una mujer inteligente? Sí, estoy convencido) asegura que el señor Slim es enemigo de la ostentación y la extravagancia y que casi todo lo que consume es producto de sus empresas. Utiliza ropa diseñada por una de sus cadenas de establecimientos y consume lo que venden el resto de sus cadenas comerciales. Y a veces, solo a veces, según su biógrafo, se permite ostentaciones como vestir un traje marca Brioni (¡mandeee!) y un reloj Cartier de las versiones más sencillas (el más barato que he visto, cuesta 2.099 dólares – 1.710 euros. Téngase en cuenta la fecha de este artículo, por lo del cambio de divisas y fluctuación de la moneda, además de esas otras cuestiones sobre las que nada entendemos y que nos darían igual si no nos afectaran tanto al bolsillo). He tardado más en encontrar el reloj ‘sencillo’ con su precio ‘sencillo’, que en decidir que no ‘lo quiero’. Con ese dinero, le pueden estar comprando pilas al mío hasta mis herederos (a quienes se lo pienso dejar) y además, últimamente miro más la hora en mi móvil, del que nunca me despego, que en el reloj que nunca me pongo.
Pero muy bien por el señor Slim.
Según el biógrafo de marras, que ha escrito el libro ‘Carlos Slim, retrato inédito’ (Editorial Océano, 2010), («hay que sacar pasta, aunque sea escribiendo sobre los que teniéndola no se la gastan»… Esto lo digo, yo, ¿eh?) Mr. Slim es la antítesis de los magnates que posan para revistas de la ‘jet set’. “No lleva joyas ostentosas ni otros objetos de lujo»… No tiene aviones personales y regularmente utiliza un avión y un helicóptero de Telmex (una de las principales compañías de telefonía en México, de la que es dueño, por supuesto, si no, ¡de qué! le iban a dejar usar su avión), «y se transporta en un vehículo Mercedes Benz o en una camioneta (4×4) Suburban». Bueno. ¿Alguien pensó que se trasladaría por carretera en un utilitario cuyo precio no pasa de los 1.000 euros…? Pues yo sí. ¿Y qué?
¡Caramba con el señor Slim! Lo de que no tenga un avión privado sí que me ha ganado el corazón.
Pero, lo que de verdad convierte al señor Slim en una persona fuera de lo común, es que haya destinado el 25% de su fortuna a obras benéficas, a través de sus fundaciones. Sin embargo, he estado haciendo unos números, así por encima, y creo que aún podría dar un “poco” más. Bastante más, añadiría.
Según el biógrafo (¡bueno, va! diré su nombre: se llama José Martínez y es escritor y periodista) que ha escrito un libro sobre este rico singular, en las empresas de Slim se ha producido un relevo generacional y ha dejado la dirección y gestión a sus hijos, yernos y sobrinos… mientras él se ha centrado en sus actividades filantrópicas.
¡Ah, no! Eso es lo que no veo claro. A los hijos y yernos no hay que dejarles la fortuna que uno ha amasado sin su ayuda durante toda una vida. ¿Cómo era aquello que dijo Jesucristo…? ¡Ah, sí! “No le des un pez porque sólo comerá hoy; enséñale pescar y comerá toda la vida” (quizás no sabía cómo estarían los mares y océanos 2.000 años más tarde… O sí, yo qué sé… ¿Pero cómo les iba a dar ese disgusto a sus apóstoles, la mayoría pescadores? Aunque bueno, hubiera dado lo mismo, porque la mayor pesca estaba por llegar…)
Pues eso. Si mi amigo Slim le deja al morir toda su fortuna a la familia, la dilapidarán sin esfuerzo porque no saben lo que costó ganarla. Sin embargo, si reparte ‘todo’ lo que tiene entre los 40 millones de pobres de su país y a su familia le enseña cómo volver a ganar una fortuna tan grande como la suya, como son más (más gente, digo) multiplicarán esa cantidad en pocos años y podrán a su vez seguir repartiendo entre los más de 100 millones de pobres del futuro (de pronto he recordado el cuento de la lechera), porque, lo juro por Snoopy, esto de la pobreza crece exponencialmente. Mientras más rico es alguien, más pobres son las gentes que viven en su entorno, aunque de tanto en tanto, se beneficien de las migajas que caen de la mesa en la que come.
Pero, ¡oído cocina! Este hombre exclusivo (que ya está en la lista… de mis personajes favoritos, aunque todavía no tenga su email), ha rechazado que con su actividad filantrópica busque mejorar su imagen y ha insistido en que uno de sus principales objetivos es combatir la pobreza no sólo por motivos humanitarios, sino porque las empresas son más rentables cuando se eleva el poder adquisitivo de las personas.
¡Toma… Ya! Lo sabía. Sabía que Zapatero se equivocaba al bajar nuestro poder adquisitivo con medidas como la congelación de salarios o el aumento en 2 puntos porcentuales en el IVA desde el pasado 1 de julio.
Presidente: tiene que hablar con Mr. Slim. ¡Ya!
Usted puede.
http://www.elmundo.es/america/2010/07/03/mexico/1278165800.html
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